Recitado:
El pampa Rosendo Luna había nacido pueblero.
Se crió en el rancherío, cerquita del matadero.
Sin conocer ni alpargatas, con las ropas que le dieron,
y pa´ disgracia mayor, sin darse el gusto del juego,
y ni siquiera poder dir como otros pa´l colegio,
porque entre mañana y noche, no le quedaba más tiempo
que trabajar dende chico en lo que le iba saliendo.
Am E(2) Am
Hacer mandados pa´ todos, y juntar leña pa´l fuego.
E(2)
De ir a pedir las achuras, cuidar de un abuelo viejo,
Am
porque ni padre tenía y su mama... iba pa´l pueblo,
E(2)
de casa en casa a lavar, pa´ ganarse algunos pesos.
Am
Y así, se fue haciendo grande sin darse cuenta.
E(2)
Yo pienso que atrás dejaba los años mezclados,
Am
con padecimiento.
E(2)
De muchachito, temprano, vendiendo diarios lo vieron.
Am
Después, siguiendo unas chatas supo salir de boyero.
E(2)
Y ya de hombre, las estibas del galpón de un serialero
Am
le hizo chorrear los sudores en largos días de enero.
E Am
El campo lo vio en juntada, alambrando algún potrero,
o en los días de remate apartando en los loteos,
E Am
o prendido en una tropa salía de peón recero.
Y aunque pudo ser de todos, el peor, no le dio por eso,
y nunca anduvo en pendencias, tampoco en copas ni juego,
Y no se dio ni un milico el gusto de llevarlo preso.
Y sin ser naides, nomas, que el pobre pampa Rosendo,
un día enterró a la madre, cuando se le fue pa´l cielo,
cansada de trabajar y de aguantar sufrimientos,
quedando solo en el mundo en aquel ranchito viejo
que hacía cruz con la esquina del frente del matadero.
Y ahí... y ahí se podría decir que aquí se terminó el cuento,
pero ocurre que su historia... se alargó, pa´ no creerlo.
Porque hace poco, nomas, un comentario fue el pueblo:
el juez de paz recibía lo que llaman documento,
que el señor Rosendo Luna, Atte, el pampa Rosendo,
era el único en el pago dueño de un gran testamento,
una estancia con hacienda, en el banco muchos pesos
que, al morirse, le dejara un conocido estanciero
que se declaraba el padre de ese único heredero.
Y al llamado, llegó Rosendo, sin que se le mueva un pelo,
le dijo al juez: vea señor, no sirve estancia ni pesos
si la que pasó mi madre no alcanza con ese precio.
Yo no me ensucio las manos con bienes de ese estanciero
que quiso comprar vergüenza ta luego después de muerto.
Dele destino a esas vacas, lo mismo al campo y los pesos,
que vayan pa´l pobrerío de hospitales y colegios.
Que hoy más que nunca yo quiero saber que seguiré siendo
el hijo de aquella gaucha, que está seguro en el cielo,
y que me dio está fortuna que vale más que el dinero:
la honradez de ser muy hombre, porque seguí sus consejos.
No se hable más del asunto, y que termine todo esto,
no quiero ser señor Luna, yo... yo soy el pampa Rosendo.
Final: A - D - A - D - A ]x3